En la comunidad Barco, mujeres impulsan una pesca artesanal que ayude a proteger la calidad de agua del lago navegable más alto del mundo.
La pesca artesanal es una práctica ancestral del Lago Titicaca a más de 3812 metros sobre el nivel del mar. A diferencia de otras comunidades, en Barco las mujeres son quienes lideran esta actividad de forma sostenible para defender el lago sagrado.
En esta comunidad a 17 kilómetros al sur de la ciudad de Puno, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través del proyecto Gestión Integrada de Recursos Hídricos que financia el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), está llevando a cabo un piloto que monitorea el impacto de la cría intensiva de trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss) en la calidad del agua del Lago Titicaca y así promover buenas prácticas para disminuir dicho efecto.
A fines de 2021, el piloto, en colaboración con la Autoridad Administrativa del Agua de Puno, instaló la estación automática hidrometeorológica “Quta Uñch’ukiña”, nombre en aymara que significa “El vigilante del Lago”. Los datos generados por esta estación en el sector Cusipata-Barco sirven para evaluar los parámetros de calidad de agua y su relación con el cultivo de trucha, una especie introducida en el lago hace varias décadas atrás.
En los últimos años, ante la disminución de la cantidad de peces nativos en lago debido al cambio climático, la pesca descontrolada y la contaminación, los hombres salieron de la comunidad Barco en busca de otros empleos. En ese contexto, las mujeres se han quedado a cargo de la pesca artesanal, conformando la Asociación de Pescadores de Barco.
Tanto abuelas, madres e hijas se dedican a la captura y venta de especies originarias como el ispi (Orestias ispi) y en menor cuantía al cultivo de las truchas arcoíris, que son vendidas en los mercados locales y restaurantes del poblado de Chucuito y sirven como el sustento del hogar.
“Nosotras somos puras mujeres, nos dedicamos a la pesca desde nuestra niñez. Nuestros papás y nuestros abuelos han sido pescadores, pero antes habían bastantes peces ahora nos dedicamos a la pesca a veces para sobrevivir no más, hay poco para vender”, comenta Victoria Elvira Tique Vilca, una de las socias de la asociación, quien lamenta que la escasez de peces afecte incluso a la nutrición en sus hogares.
Por una pesca sostenible y segura
Las mujeres de Barco participan y se capacitan en el piloto con la intensión de comprender mejor la situación del lago mediante los datos que genera la estación automática hidrometeorológica y también aprender de prácticas sostenibles para su labor.
En ese sentido, Brígida Asencio Charca, una de las socias de la Asociación de Pescadores de Barco, expresa su deseo de adquirir mejores tecnologías para su labor, como máquinas desovadoras, donde se realiza la reproducción de peces nativos de manera asistida con miras al repoblamiento del Lago Titicaca. “Queremos participar de las vedas y prohibiciones para proteger a esos peces. Nosotras nos dedicamos a pescar, de eso vivimos y queremos modernizarnos”, manifestó.
Además, las pescadoras han abordado la importancia del bienestar de la trucha arcoíris, es decir que en su cultivo la especie sea libre de hambre y sed, de miedos y angustias, de incomodidades físicas y térmicas, de dolor y enfermedades, y de poder expresar sus pautas etológicas características. Esto de la mano con tecnologías que hagan que su cultivo sea amigable con el ambiente, para mitigar el impacto que genera en la Bahía Mayor de Puno.
Por otra parte, han reconocido el valor de la estación hidrometeorológica para realizar su labor de forma segura. “Nos está dando pistas de cómo tenemos que hacer nuestra actividad de manera más segura”, explica la pescadora Tique. “A veces sufrimos con el peso de los remos y nos ponemos en riesgo frente al levantamiento del oleaje y podemos accidentarnos, entonces con esta estación que han instalado vamos a estar prevenidas cuando el clima no sea propicio para salir a pescar”.
A pesar de que las amenazas al futuro del lago más alto del mundo son muchas, las mujeres de la comunidad Barco están organizadas y están capacitándose en este tipo de pilotos para hacer que su cultivo de la trucha arcoíris sea sostenible y reduzca la presión sobre la calidad del agua — y no al contrario — y también llegar a soluciones para repoblar las especies nativas a favor del cuidado de este lago ancestral.